miércoles, 20 de noviembre de 2013

Las islas


He llegado a unas islas alejas del mar, sólo el cielo baña con su brillante tono azulado y espumosas nubes estas tierras. A veces estos cielos emulan a los terribles océanos, con fuertes vientos acompañados de lluvias, quien no cree comienza a temer y quien cree pierde la fe. Las islas cobran sentido, los escasos terrones poblados de árboles emergen entre el fango que produce las tempestades, siendo las únicas tierras donde se escapaba del pantanoso destino.

La parca, reina dichosa de todo tiempo pasado y futuro, navega esos días por la tierra recolectando las obstinadas alma que quedaron sumergidas. Cuando es escasa su recompensa, se viste de siniestra dama de poder ofreciendo mil y un bienes a quien deje la seguridad de los boscosos terrones para regalándole el sol hecho flor. Los más necios se atreven en la noche a llevarle su amor bajo temerosas velas que angustiadas cesan su brillar cuando ven a la calaca.

Yo, antes de llegar a esta umbría tierra que no ve el astro que gobernaba mi patria, miraba algunas noches las estrellas preguntándome si habría más vida que la mía viendo esos guiños y parpadeos que decoran la noche. Hubo dificultades para venir, ¿cómo llegar a unos extraños islotes, que pese a estar en tierra, conocían los bravíos azotes del mar? Mas también viven con la amenaza de desaparecer cualquier día desgarrados y con las raíces de sus árboles llorando asomadas al sol, como lombrices a la luz tras el paso del arado. Y sin saber como estoy, sin fantaseando u olvidando, he me aquí sin saber hasta cuando la reina de este lado del mundo me deje de ignorar y me dé su primer aviso del ostracismo que me acaecerá.

Pero fuera de estas tierras secas, que si bien conocieron los tiempos de conquista hoy se atreven de imitar las dolientes artes haciéndome suyo, no hay mayor océano que el que no se ve, pues invisiblemente baña más allá del horizonte todo hasta cuando no hay mar en la tierra. Ni en una vida infinita se abarcaría tales distancias, no sólo la separación de estos terrones con la otra tierra firme, que en algún sitio debe de estar escondida, pues desde aquí no se más que estos islotes. Tal vez entre alma y alma no hay únicamente vidas, puede que haya algo más que sólo el océano de estas tierras conoce y esconde a todo pensamiento.


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